martes, 9 de febrero de 2010

Libros Sagrados Y Tu

Al igual que hacemos con nuestras computadoras y sus sistemas operativos, nuestros gustos, valores, creencias, deseos y metas también deben ser revisados, renovados y actualizados continuamente para mantenernos a la par con el desarrollo de nuestra conciencia y evolución personal.

Si algo nos enseñó el Cristo fué que la ley escrita requiere de revisión, ya que por estar sujeta a condiciones y circunstancias su naturaleza es caducar y tornarse obsoleta, tal como pasó con la ley de Moisés.
Cuando emprendemos el estudio de las Escrituras, y con esto me refiero al testimonio que ha quedado registrado por los seguidores, discípulos y estudiantes de los grandes maestros, profetas y sabios, hay que hacerlo con una atención minuciosa para poder discernir entre las palabras y llegar al núcleo de las enseñanzas de estas almas, que no se rigieron por pergaminos, ni libros sino por sus corazones.

Hay que saber, comprender y mantener en cuenta a todo momento el contexto histórico, cultural y social en que fueron pronunciadas sus palabras si queremos nutrirnos de la esencia sabia del mensaje. Bien sea que se trate del Buda, de Patanjali, del Cristo, o de Mahoma debemos desdeñar las intervenciones partidistas que fueron colándose a través de los años mediante interpretaciones y comentarios “oficiales” para así penetrar el follaje irrelevante y hacerlas útil a nuestro tiempo presente.

Si seguimos ciegamente sus observaciones terminaremos haciendo prescisamente lo que ellos vieneron a cambiar, la prolongación de un sistema vencido. Ellos compartieron con nosotros su libertad y su confianza mientrás seguian el precepto de su corazón, inspirándonos a seguir nuestra más profunda verdad libres de prejuicios y apariencias. Cualquier ritual, ceremonia o costumbre que halla nacido a partir de ellos está condicionado al tiempo y al espacio, no son absolutos, y existen para asistirte y ayudarte a florecer más en ningún momento deben frenar o impedir tu avance. 


Debemos estar alertas de donde ponemos nuestra atención al estudiar las Escrituras y de no enfocarnos exesivamente en los aspectos exteriores y condicionales de una práctica, ya que toda práctica espiritual que sea rígida y extrema tiene el potencial de tornarse desonesta e hipócrita, de ahí la importancia de desarrollar y utilizar la facultad mental conocida en yoga como buddhi, tu poder de discriminación.

Es mediante tu facultad discriminatoria (buddhi) que vas a poder discernir y disectar de entre mucha información lo que es útil para ti en este instante de tu evolución personal y lo que no es aplicable a tu vida en este momento. Si no utilizas tu buddhi al estudiar y practicar las Escrituras terminarás más confundido que cuando comenzanste en cuanto al conocimiento de tu verdad interior y al entendimiento de las distintas disciplinas que te llevan a conocerte a un nivel más íntimo y profundo.



Estos mensajeros divinos nos enseñaron mediante sus vidas que tenemos una mente y que podemos entrenar nuestra mente a fin de sanar nuestras vidas y realizarnos en un presente dinámico, en donde utilizamos el pasado como una energía que nos impulsa y el futuro como una fuerza que nos atráe. De modo que el letargo, la pereza, la duda, la indecisión, el miedo y la confusión, junto a todo lo que se encuentra inamovible y estancado en nosotros - a causa de un ayer lacerante y un mañana incierto- entre de nuevo en circulación, poniéndose en movimiento e incorporándose otra vez a la corriente vital del universo, en el ritmo de expansión y contracción primordial implícito en todo lo manifestado y no manifestado; la respiración del Cosmos.

Estos hombres y mujeres nos enseñaron que las leyes antiguas deben ser revisadas y renovadas, vinieron a transformar lo viejo y a actualizar lo antiguo enseñándonos a dejar de lado y sin apegos lo que ya no nos es útil. Con amor nos enseñaron a abrir las manos para dejar ir lo que debe salir y dejar entrar lo que debe llegar.

Todos y cada uno de ellos en distintas épocas y localidades hicieron una misma labor, batir los cimientos de lo establecido para dar pie a una nueva conciencia. Para lograrlo debieron hacer observaciones pertinentes del momento y el lugar en donde predicaban su mensaje, y son esos los aspectos de sus enseñanzas que deben ser revisados para mantenerlas vigente. 


¿A quiénes iban dirigidas sus palabras?, ¿Cuál era el nivel de conciencia de quienes escuchaban? ¿A qué se dedicaban esas personas?, ¿Qué tipos de hombres y mujeres eran?, ¿Qué nivel de represión o libertinaje existía en la sociedad en ese momento?, ¿Cuál era el grado de comprensión mental y emocional que poseian? ¿En qué condiciones vivian y bajo que códigos se ejercian laboralmente, intelectualmente, emocionalmente y creativamente?, ¿Qué nivel económico, cultural y espiritual tenian?, ¿Dónde estaba el inconsciente colectivo de la raza humana para la época? incluso ¿Qué comian?, ¿En qué consistia la alimentación de aquellas personas?, ¿Había abundancia o escacez de alimento?, también hay que preguntarse ¿Qué nivel de pudor existía entre ellos, andaban satisfechos sexualmente o por lo contrario cargaban entre las piernas un sexo triste, hambriento y frustrado?.

Es menester respondernos estas y otras preguntas si realmente deseamos sanar los libros sagrados, es decir remover lo que está sujeto al tiempo y al espacio para dejar relucir la eterna pureza y sabiduría del contenido, tal y como hace un escultor con una roca la cual empieza a labrar y a limpiar con un detalle y una atención infinita hasta dejar al descubierto la obra contenida en la piedra. 

Así mismo debemos trabajar nosotros las Escrituras de manera que nos sigan sirviendo para crecer, expander y desarrollar nuestro centro a medida que vamos ganando confianza y seguridad en nosotros mismos, fortaleciendo nuestro cuerpo, madurando nuestras emociones y afilando nuestro intelecto. A esto lo llamo sanar el libro sagrado.

Sanar un libro sagrado quiere decir hacerlo personal, tener el valor de poseerlo para aplicarlo a tu vida convirtiéndolo en una vivencia. Estos libros no son dominio exclusivo de los gurús, ni están reservados para los expertos y adeptos, son nuestros, tuyos y mios. Y cada quien como mejor pueda de acuerdo al nivel de consciencia del que dispone, trabajando con una clara intención y genuina sinceridad puede sumirse en su lectura, y con su grado de comprensión puede hacer del libro un espejo de su propia mente para penetrar en su interior abriéndose paso hasta descubrir el vasto reino del que es dueño, desenterrando su tesoro esencial hasta llegar a presenciar el florecimiento más hermoso de la naturaleza, la perla en la flor de loto.

Sanar un libro sagrado es bajarlo del pedestal en donde se halla y aplicarlo a nuestra cotidianidad, integrándolo a todos los aspectos de nuestra vida incluso a nuestra sexualidad, ya que si en nosotros mora la divinidad ésta habita es en nuestro sexo. Cuando nos lanzamos a la tarea de sanar un libro sagrado debemos ver mediantes sus personajes los distintos arquetipos de nuestro propio inconsciente, para traer luz a las areas desconocidas o poco investigadas de nuestro ser, también debemos asumir todo acontecimiento y echo exterior como una realidad interior. Viendo en las batallas nuestros conflictos, en los minusválidos y paralíticos nuestros inpedimentos y deficiencias, los milagros que toman lugar en los libros reflejan las sucesivas tomas de conciencia que vamos realizando, las persecuciones las podemos leer como las resistencias y los obstáculos que continuamente se presentan ante nuestro incansable trabajo personal, los poseidos y endemoniados muestran los bloquéos del flujo y reflujo de nuestra energía esencial, y así sucesivamente. 

Es así que se estudian las Escrituras, personalizando cada aspecto del libro. La lectura debe ser intuitiva e imaginaria no intelectual y racional, de lo contrario te quedas en su periferia y no profundizas, terminas leyendo un cuento lindo, aterrador y conmovedor a la misma vez pero sin un efecto transformador en ti. Estableces una relación superficial con el libro y concluyes que plantea un ideal inalcanzable cuando en realidad no es así, ni es esa la idea de su mensaje; para llegar a lo universal hay que pasar por lo personal. 

Recordemos pues que la ley escrita es una ley fija, mientras que la ley viva es una ley activa, esto quiere decir que su comprensión es una vivencia. El conocimiento se logra mediante la absorción no el análisis, y para ello no se puede ser tímido, de cierta manera hay que perderle el respeto al libro sagrado para poderlo interpretar con seguridad y sin temor. Si dos amantes se respetan excesivamente nunca se tocan, ni hacen el amor. Si un alumno respeta demasiado a su maestro nunca aúna la fuerza necesaria para superarlo. 

Hay un respeto divino e inquebrantable entre todas las cosas animadas e inanimadas de la creación que siempre debe mantenerse presente, y existe otro tipo de respeto superficial y moralista inculcado por la crianza, la educación y la sociedad que se basa en la sumisión, el miedo y la vergüenza, y el cual mantiene la mente, el corazón, el cuerpo y la creativdad aprisionados en una jaula invisible, es ese el -respeto- que hay que perder para poder crecer.

Tu eres el libro sagrado, ábrete al mundo!.



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